viernes, 8 de agosto de 2008

Cambio de Rey (Reportaje ESPN)

BUENOS AIRES -- El cambió llegó. O, mejor dicho, llegará. Como era previsible en las últimas semanas, Rafael Nadal superará a Roger Federer en la cima del ránking mundial. Lo que parecía muy difícil un año atrás, se fue modificando con el correr de los torneos y la realidad más reciente no hacía más que presumir el nuevo gran cambio. El español deja de ser el eterno escolta del suizo y concreta su sueño máximo, que se verá reflejado por la computadora de la ATP el lunes 18, ni bien terminen los Juegos Olímpicos.

Ya habíamos dicho una semana atrás, cuando se coronó en Toronto, que Nadal se acercaba cada vez más a ser el N° 1 del mundo. Y vaya si lo consiguió rápidamente, durante el certamen de Cincinnati, en el siguiente Masters Series. Las repetidas derrotas de Federer, en este caso en octavos, cuando defendía el título, y las continuas victorias del español, quien alcanzó las semifinales, precipitaron este enroque de posiciones.

De eso, precisamente, de lo que uno (Federer) dejó de ganar para acostumbrarse a ser presa de varios y diversos colegas y de lo que otro (Nadal) se acostumbró a festejar en todo tipo de superficies haremos hincapié en este espacio. Es tiempo de contar cómo y por qué se produce este cambio de puestos, que había resultado irrisorio en otros momentos, debido a la supremacía del helvético y a la irregularidad del español lejos de la lenta arcilla.

Superado el Abierto de Canadá, la nueva despedida prematura del ofensivo suizo, esta vez ante el gigante y letal sacador croata Ivo Karlovic, dejó en manos de Nadal la gran posibilidad de transformarse en el nuevo monarca del deporte blanco. Y no la desaprovechó, fiel a su raza de gran campeón. Enseguida aparecieron en escena tres opciones, según los resultados que podía obtener el aguerrido contragolpeador español.

La primera chance la concretó sin dudar: venció al ecuatoriano Nicolás Lapentti y, al avanzar a semis, se aseguró ser el nuevo rey del circuito el lunes 18 de agosto. Si no hubiese perdido con su actual perseguidor, el serbio Novak Djokovic, y se metía en la final, habría llegado a la cima del ránking el 11. Y, si hubiese sido campeón en Cincinnati, ya se habría trepado al trono de forma inmediata.

Ahora bien, estas alternativas, que confundieron a casi todos en medio del torneo jugado en el caliente cemento estadounidense se debieron a que el calendario 2008 se adelantó dos semanas con respecto al del 2007, con motivo de la cita olímpica en Beijing (será del 10 al 17). Entonces, la clasificación de la ATP, que computa las actuaciones de los últimos 365 días, es decir, las pasadas 52 semanas, sufrió una modificación inusual y alteró todo.

Lo concreto, al fin de cuentas, es que si esta racha negativa de Federer y el raid triunfal de Nadal se hubiesen agudizado de manera combinada en otro momento, por ejemplo, un mes después, el enroque de posiciones se hubiese producido automáticamente, sin tantas combinaciones posibles. Sin ir más lejos, por ahora el listado oficial contempla dos veces el Abierto de Canadá y Cincinnati, algo inédito.

Así las cosas, Nadal, que ya acumula 159 semanas consecutivas como N° 2, desde el 25 de julio del 2005, convierte su sueño en realidad, superando a Federer, dueño hasta ahora del trono durante 235 semanas seguidas, desde que lo logró allá por el 2 de febrero del 2004. Sí, nada menos que cuatro años y medio como rey. En el medio, el suizo era una máquina de ganar, con 12 Grand Slam en sus vitrinas, mientras que el español iba madurando y evolucionando.

TIEMPOS DE CAMBIO
Después de temporadas inolvidables para Federer, con récords de triunfos y derrotas de 74-6 (2004), 81-4 (2005) y 92-5 (2006), pareció ser un toque de atención el hecho de que sufrió 9 caídas en el 2007 (incluidos 68 triunfos). Además, había obtenido 11 títulos en el 2004 y el 2005 y 12 en el 2006, contra los 8 del año último. Es más: en el 2004, el 2006 y el 2007 ganó Wimbledon, el US Open y Australia, es decir, tres de los cuatro Mayors.

La mononucleosis que padeció en enero de este año fue una alarma que sonó fuerte y lo empezó a hacer retroceder. Pasaron tres meses y recién en abril ganó un torneo, en la arcilla de Estoril. Siguió su andar, con irregularidad, ya lejos de aquella versión ultraganadora, hasta que recibió un golpe terrible, cuando Nadal lo derrotó, con baile incluido, para frustrarle otra vez el sueño de poder celebrar en el Abierto de Francia.

Ya con 22 años, el español, por el contrario, parecía más recuperado que nunca de un comienzo también dubitativo, al punto de que también levantó la primera copa del 2008 en abril, en Monte-Carlo. Siguió con la mente en positivo y un tenis cada vez más agresivo, ya no sólo apoyado en la mejor defensa del mundo. Una clara muestra de su progreso fue que, en el tradicional certamen de Queen's, consiguió su primera corona en césped.

Acto seguido, se produjo el quiebre definitivo en esta lucha por la cima: Nadal le quitó de las manos el plato de Wimbledon al quíntuple campeón consecutivo. Esa victoria del español, que sorprendió a propios y extraños, ya que si bien había mostrado una mejoría llamativa, no se pensó que iba a superar al mismísimo Federer justo en el mítico pasto de La Catedral. Ese fue el click que necesitaba el escolta para creérsela más que nunca y que provocó el derrumbe anímico del rey.

A punto de cumplir 27 años, Federer apenas pudo ganar dos campeonatos en el 2008, frente a los siete de Nadal. El helvético perdió -una palabra que empezó a conocer mucho más en esta temporada- ante Djokovic en semis de Australia y luego ante Nadal en las definiciones de París y Londres, siendo la primera vez que no obtiene ninguno de los tres primeros Grand Slam del calendario, desde que en el 2003 conquistó su primer Mayor, en Wimbledon.

En la vereda opuesta, el español, que había perdido la otra semi de Melbourne ante el sorpresivo francés Jo-Wilfried Tsonga, se impuso en la cita parisina sin ceder un set y luego concretó el primer doblete de un varón en Roland Garros y Wimbledon en 28 años, desde que lo hiciera el sueco Björn Borg. Ya por entonces, el que seguía batiendo récords y causando sensación no era Federer, sino Nadal.


Con su corona en Toronto, el español logró cinco títulos consecutivos, empezando por Hamburgo, pasando por su cuarta copa seguida en París y la primera en Londres. Y llegó a hilvanar 32 triunfos al hilo, al vencer a Lapentti en los cuartos de Cincinnati. Ese invicto se lo cortó Djokovic, siendo ahora de 64-8 su marca en el 2008. En cambio, Federer muestra un preocupante 44-11. Como se ve, el helvético ya sufrió la misma cantidad de derrotas este año que sumando el 2004 y el 2006.

Es evidente, como ya habíamos señalado, que Nadal es el mejor de esta temporada y será consagrado campeón mundial por la ATP. Ahora bien, muchos se estarán preguntando cómo seguirá esto, si podrá mantenerse arriba, si Federer se recuperará y retomará el mando, si será una lucha muy pareja. Sin dudas, la duda está instalada. Y se presume una batalla incesante, que hará crecer aún más la tremenda rivalidad entre ambos.

Por su garra y mentalidad, da toda la impresión de que el español podrá aguantar la presión de ser el N° 1 y ya no el segundo, como había sido su costumbre. Igual, no es lo mismo. De hecho, hubo tenistas que sufrieron ese karma y se cayeron rápidamente del trono. Una diferencia notoria es la experiencia y solidez de Nadal, quien ganó 5 Grand Slam y 12 Masters Series, mientras que algunos colegas inclusive llegaron a la cima con escasas alegrías en los grandes torneos.

Así se llegó a este presente, inesperado para mucha gente hace un tiempo. Más allá de la gran evolución de Nadal, lo que más llamó la atención fue la abrupta caída de Federer, al que ya varios le fueron perdiendo el respeto, viendo que no tritura rivales como en años anteriores. Sus dudas y falta de confianza se potenciaron, indudablemente, después de París y en especial luego de la dramática e histórica final de Londres.

Como en Beijing también habrá puntos en juego, esta tendencia no hace más que ratificar las posibilidades de Nadal de seguir sumando en el ránking. Es de esperar que, por su talento y categoría, Federer mejore. El punto es ver hasta dónde lo hará, si estos impactos tan frescos le permiten recuperar su determinación y fe. Para colmo, luego defenderá la corona del US Open, en tanto que Nadal revalida menos unidades, porque el año pasado perdió en los octavos en Nueva York.

Por eso, aún cuando muchísimos fanáticos del tenis se inclinan más por la propuesta ofensiva, más dúctil y vistosa del suizo, hay que valorar muchísimo las virtudes del español, ahora más agresivo y decidido, ya no dependiendo tanto de devolver, desgastar y provocar errores en el adversario de turno. Hoy, de poco le importa a Nadal que Cincinnati siga siendo el único Masters Series donde no puede llegar hasta la final. Allí se convirtió en el nuevo rey. Y se lo tiene bien merecido.

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